Un sistema dinámico puede definirse conceptualmente como
un ente que recibe unas acciones externas o variables de entrada, y cuya respuesta
a estas acciones externas son las denominadas variables de salida.
Las acciones externas al sistema se dividen en dos grupos,
variables de control, que se pueden
manipular, y perturbaciones sobre las
que no es posible ningún tipo de control. La
Figura 3 ilustra de un modo
conceptual el funcionamiento de un sistema.
Dentro de los sistemas se encuentra el concepto de sistema
de control. Un sistema de control es un tipo de sistema que se caracteriza por
la presencia de una serie de elementos que permiten influir en el
funcionamiento del sistema. La finalidad de un sistema de control es conseguir,
mediante la manipulación de las variables de control, un dominio sobre las
variables de salida, de modo que estas alcancen unos valores prefijados.
Entrada: Estimulo aplicado al sistema de control para producir una respuesta especificada.
Salida: Respuesta obtenida que puede ser diferente a la especificada.
Perturbación: Es una entrada que afecta adversamente a la salida.
Un sistema de control
ideal debe ser capaz de conseguir su
objetivo cumpliendo los siguientes requisitos:
1. Garantizar la
estabilidad y, particularmente, ser robusto frente a perturbaciones y errores
en los modelos.
2. Ser tan eficiente
como sea posible, según un criterio preestablecido. Normalmente este criterio
consiste en que la acción de control sobre las variables de entrada sea
realizable, evitando comportamientos bruscos e irreales.
3. Ser fácilmente implementable
y cómodo de operar en tiempo real con
ayuda de un ordenador.
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